
"COMO
LOS TÁRTAROS, PERO MAS CULTOS QUE ESTOS"
El
gentilicio "Pewenche" o "Pehuenche" no
sería el nombre propio de la etnia cordillerana del centro-sur de Chile. Al
parecer, se acuñó como sobrenombre creado por los mapuches de la Araucanía
Septentrional y adoptado después por los españoles, para distinguir a las
gentes descubiertas en las alturas andinas por ser su principal
característica la de vivir en los bosques de araucaria, árbol que en lengua
mapuche se llama "Pewen". Se ignora
absolutamente el nombre que ellos mismos se daban y por supuesto. La lengua
autóctona y arcaica que los singularizó. A. RECART.
Informa que el jesuita ANTISTEBAN escribió en
1645 un vocabulario y una gramática del idioma pewenche, obra que
lamentablemente se halla perdida. A mediados del siglo XVIII —demuestra
CANALS FRAU— conservaban aún su idioma y su
propia idiosincrasia. En efecto, las actas de un célebre proceso efectuado
en 1658 en Mendoza, nos muestran a los pewenches todavía no araucanizados y
nombran repetidamente su lengua pewenche
distinta de la lengua de la tierra o milikayak
y la de Chile o
araucano, llamada también "Chilidungu"
con todo, estimamos que tanto la lengua milikayak de los chiquillanes como
la pewenche, debieron haber tenido un mutuo influjo, sobre todo en la
montaña de Coihueco, sitio de gran confluencia cultural y de mestizaje
racial. Debemos hacer notar, además, que en dicha zona, hasta el día de hoy
y a pesar del fuerte deterioro ecológico del bosque nativo, todavía se puede
apreciar algunas araucarias aisladas en diversos puntos de la comuna, lo que
estaría indicando la inequívoca presencia de "las gentes de los pewenes".
A
finales del siglo XVIII, estas tribus serranas están prácticamente
absorbidas por la cultura, praxis y lengua mapuche, proceso conocido como
araucanización. Perora pesar de silo, nuestros Pehuenches conservaron algo
de su antigua originalidad. Es decir, altos y delgados, ágiles, ligeros,
magníficos artesanos, en comparación a los puelches trasandinos, recios,
pesados y de cultura material simple y poco evolucionada. |
I. RASGOS ÉTNICOS, CARACTERÍSTICAS SOCIOCULTURALES
El gran
viajero e investigador AMAT y JUNIET, en su
famosa bitácora etnográfica "Derrotero",
apunta:
"... Tolderías de Pegüenche: estas habitaciones
son portátiles y formadas de pieles de animales en que viven
los Indios Pegüenches en los valles que hallan a propósito entre cordilleras,
mudándolas por tiempos, según les parece conveniente a sus familias, de unos
a otros valles, de manera que estos bárbaros vagan con sus toldos desde la
jurisdicción de Chillan hasta el volcán de Villarrica. Son estos indios muy
corpulentos y belicosos, de gran constancia y sufrimiento en la guerra, como
criados entre rocas. Visten calzón chamal, poncho y casquete o sombrero.
Tienen buenas armas y buenos caballos y no carecen de ganado mayor o menor,
razón por la que son temidos de indios de los llanos, que viven fuera de la
cordillera. Su política es vivir en parcialidades y cada parcialidad tiene
un cacique. Sus mayores aseos consisten en teñirse los rostros, brazos y
piernas de varios colores, cosiendo los dichos remiendos y los de sus
viviendas en los que toldos sean remendados de varios colores, cosiendo los
dichos remiendos con nervios de caballo. Su alimento es toda carne
indistintamente, sin reservar huanacos, caballos y otros animales inmundos.
Las vacas, ovejas y cabras que crían son corpulentas y del ganado ovejuno
cosechan hermosa lana. Su frecuente labor es: las indias te/en ponchos y
mantas: y los indios, trabajan en labrar algunos platos y vacías ("bandejas
de los antiguos barberos") de madera: grandes que llaman rales ("rali"),
aunque groseramente: cuidar caballares y crías, cosechar la sal en muchas
lagunas que las cuajan, cosechar piñones en los parajes en los que hay
pinares, cazar algunas avestruces y encaírelar plumeros de su pluma, tejer
riendas de pieles de huanaco y cabrestos muy pulidos, todo lo cual comercian
con los españoles a cierto tiempo, en determinados parajes a las raíces de
la Cordillera. El arreglo de su comercio es por conmutaciones (trueque)
cambiando unas especies por otras, razón por la que los españoles concurren
llevando sacos de trigo, cebada
y otros granos, sombreros, paños, agujas, añil y otros tintes, en los que
traban su comercio cambiando una saca de sal por una de trigo y a esta
proporción los demás géneros. En el tiempo de estas ferias se pone mayor
cuidado por los comandantes de la frontera, y vigilando no se mezcle el
comercio ilícito de armas ni otras especies prohibidas por bandos con lo que
se desnerva en parte, la fuerza de estos indios".
Esta última parte de
la relación, hecha a fines del siglo XVIII (ni el P. Ovalle ni
el
P.
Rosales
se ocupan de ello) está indicando claramente que la estrategia de
introducir alcohol estaba ya minando las bases de la ya compleja
cultura pewenche. Gómez de Vidaurre aporta nuevos datos de sus avances
culturales:
"Están divididos en muchos
ulmenatos independientes. Se visten de lana y en vez de calzones se
envuelven en un pedazo de tela cuadrilonga que, ceñida a la cintura,
pende hasta la rodilla. Estos pueblos son los únicos de los indios
chilenos que se sirven de calzado que se fabrican de las piernas de
atrás de la vaca o del huanaco. Sus armas son la lanza, el sable, el
laque. Son los más traficantes de todos los chilenos".
Se infiere, en consecuencia, la gran
capacidad de asimilar forma y usos socioculturales de la sociedad
blanca dominante y de adoptarlas sin conflicto a las formas de la
cultura autóctona. El permanente estado de guerra de esa sociedad la
convertía en antena libre para valerse de cualquier medio enemigo y
acogerlo como válido. Es el caso de los cereales comercializados, el
calzado, las armas, etc. En las observaciones de campo del abate
Molina, encontramos nuevas descripciones de este pueblo que se
movilizaba entre Alico y Lonquimay. El registro etnográfico del
jesuita, muestra una tribu con quizás, el más alto grado de evolución
sociocultural del universo indígena del cono sur americano:
"A
pesar de su genio inquieto y vagabundo, son los más laboriosos y más
comerciantes entre todos los salvajes. En sus toldos jamás están ociosos.
Las mujeres fabrican mantas de varios colores. Los hombres se aplican, va
a tejer bellísimos cestos, ya a hacer otras bellas obras de madera, de
pluma, o de pieles, que son muy buscadas por sus vecinos. Todos los años
entran en las confinantes provincias españolas, donde tienen una especie de
feria que suele durar 15 ó 20 días; conducen sal fósil, yeso, brea,
cobertores de cama, ponchos, pieles, lana, tiendas de cuero perfectamente
entretejidas, canastos, vasijas de madera, plumas y huevos de avestruz,
caballos, novillos, etc. y en cambio reciben trigo, vino y mercaderías de
Europa. Son habilísimos en el tráfico y difícilmente se dejan engañar.
Por temor a ser robados, de aquellos que creen que es lícito todo lo que es
en contra los infieles, jamás se ponen a beber todos a un mismo tiempo, pero
se dividen en muchas tropas, y mientras los unos están en guardia, los otros
entretanto se dan a los placeres del vino.
Son por lo demás humanos complacientes, amantes de hacer bien. Y tienen
todas aquellas otras buenas cualidades que produce o perfecciona el comercio". |